Sobre la convivencia escolar o la colangiopancreatografía retrógrada endoscópica


Me voy a poner platónica en mi modo de exponer (como no!) Y utilizaré la metáfora como método didáctico. La convivencia en el aula se parece mucho a la función de nuestro aparato digestivo. Sabes que está compuesto por muchas partes (alumnos) como la boca, las glándulas salivares, el esófago, el hígado, la vesícula biliar, el estómago, el páncreas, los conductos biliares, el intestino grueso, el intestino delgado, el apéndice, el recto y el ano. Entre sí interactúan para procesar el alimento (o el sistema educativo). Cada uno tiene su lugar dentro del cuerpo y posee una serie de características que le hacen único. 

La profesora sería el páncreas, ya que produce los jugos gástricos esenciales y hormonas de vital importancia como la insulina, puede ser reemplazada de manera artificial, pero no sería lo mismo, porque no habría un elemento natural de regulación. Es un órgano que no se puede trasplantar. Al igual que un profesor. 

A lo largo del curso, notas una serie de molestias en este aparato digestivo. Una hinchazón, diarreas, vómitos, dolor agudo. Sabes que algo falla, pero no sabes bien el qué. Hay una de esas partes la que empieza a funcional mal, como un alumna que pega con una silla a otra, o en términos anatómicos la relación de la vesícula con los conductos biliares no es fluida y tiene sus impedimentos, como pueden ser los cálculos. Tú como el páncreas que eres notas los síntomas físicos, pero no los problemas de fondo que existen en esta relación tóxica. 

Al principio pones un parche a esta molestia: un antiácido o una amonestación pública a la niña que golpea. El problema no acaba. Te inflamas como embarazada a punto de dar a luz. Ya no eres capaz de controlar la situación por tu cuenta y recurres a la ayuda de expertos en la sala de urgencias, o en este caso el orientador. Te notifican que tienes cálculos en la vesícula y que son una bomba de relojería, al igual que varios de tus alumnos. Llega un punto en el que explotan. Tienes el sistema digestivo colapsado. Te ingresan: fallo hepático, la vesícula ya no te funciona, tienes los conductos tapados y una infección generalizada por bilis. Tú como páncreas dejas de funcionar. Hay tal nivel de violencia a tu alrededor que toca aplicar medidas drásticas: llegas a un pacto con tus intestinos/alumnos. 

Se analiza en detalle de cuáles son los problemas de este aparato digestivo/aula con los expertos. El hígado está sano, sólo se deja llevar por las malas influencias de los otros órganos. Toca cuidados, dejar de beber y dieta sana. Analizas cada una de las partes que están bien, haces tu refuerzo positivo, pero te toca entrar con los elementos peligrosos de tu sistema: conductos biliares, intestino delgado y vesícula biliar. Tienes que someterte a una colangiopancreatografía retrógrada endoscópica, o en el caso de los alumnos conflictivos a sesiones de psicología con la familia. En la intervención logras recuperar la función de los conductos biliares y el intestino, pero la vesícula debes extraerla si no deseas que estropee el resto de tu sistema digestivo. Tienes una colangitis aguda, la vesícula ya no tiene cura. Debe eliminarse de tu aula, con el dolor que ello conlleva porque es parte vital para procesar las grasas, pero para ti es veneno en estado puro. Intentaste de todo para salvarla, recurriste a especialistas y ya no está en tu mano. Le tocará buscarse un nuevo sistema y a ti aprender a vivir sin ella. 

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