Bonus track: Diario de una mucama
"Mucama" en Chile es la señora que hace la limpieza de los hoteles, lo que aquí en España sería una camarera de pisos o en jerga anarco-sindical una "kelly" (la que limpia). Este oficio lo he desempañado durante varios años de mi vida, ya que al ser sudaka proletaria no sirvo para otra cosa en esta sociedad. Sólo si has sido "Kelly" comprenderás el nivel de la inmundicia humana y lo que te toca limpiar a diario. Un día me tocó limpiar una gran poza de pis en la esquina del baño, ni siquiera fuera de la taza, sino que en la esquina del baño, y de esa experiencia tan sublime surge este relato:
Diario de una mucama
(Craich)
Sí, soy yo. Sí, sí, sí, sí… aquella sudaquita tercermundista que te limpia la mierda mientras tú estás de vacaciones, disfrutando de todas las comodidades que te da el hecho de haber pagado 50 euros por una habitación de un hotel a las afueras de la ciudad. Sí, sí, sí, sí… esa mujercita de metro y medio que desinfecta tus sábanas y tu baño, la que tiene que hacer mil malabares para eliminar el residuo de tus fluidos corporales. Sí, sí, sí, sí… he dicho bien: porfavorpuedesmeardentrodelatazaaaa!!!!!!
Mientras intentaba explicarme aquel acontecimiento tan romántico en el que la orina sale expulsada fuera de la uretra, cuya teleología eran las aguas prístinas del trono de tu estancia, recordé la teoría de la gravedad de Newton y el movimiento parabólico o de proyectiles que ya había explicado anteriormente Galileo. Si quieres te lo recuerdo en breves palabras por si ese día no fuiste a la clase de Física de 1º de bachillerato o por si no fuiste al colegio básicamente… Te preguntarás, ¿qué tiene que ver esta fórmula matemática con tus guarradas? Me imagino que te has observado el pito cientos de miles de veces a lo largo de tu vida (quizá con la esperanza de que algún día encontrases una anaconda en tus calzoncillos), también puedo intuir que has contemplado la trayectoria que realiza tu meada en el espacio, y… sí, sí, sí, sí, tiene mucha semejanza a un movimiento parabólico, que no se ve influenciado por el efecto de la resistencia del aire, sólo por su peso, “lo que le produce una aceleración constante igual al valor de la gravedad”. En pocas palabras, el peso de tu “pipi” ocasionó la poza de micción que tuve que drenar esta mañana durante mi apasionante jornada laboral.
No quiero pensar que te levantaste con el férreo propósito de fastidiar aún más el precario trabajo de una inmigrante. Quiero considerarte, desde ahora, como un amigo. Sí, sí, sí, sí… no creo que tu novia o tu amante haya realizado tan noble acto de amor por ti. Acaso, ¿hay algo más íntimo que compartir tus fluidos con otro individuo de la especie humana? Lamentablemente, Kant no trabajó como mucama o camarera de pisos. Si hubiese sido así habría dedicado un capítulo especial en su Crítica de la razón práctica, algo así como “prolegómeno a la fundamentación de la metafísica de la meada ajena”. Ya me imagino a nuestro gran filósofo de Königsberg proponiendo como imperativo categórico: mea de tal modo, que tu meada sea un ejemplo para la humanidad. Esto no es algo nuevo, Confucio (sí, el que inventó la confusión) ya había intuido algo parecido dos mil años antes que Inmanuel: no mees en donde no quieras que te meen.
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