Sobre la Formación Profesional y mi trabajo en un manicomio de Inglaterra



Aún recuerdo la primera vez en la que tuve que saltar sobre una gacela descarriada, que, además, chillaba como un barítono a punto de ser castrado. Esto fue en Wyboston, en el condado de Cambridgeshire, Reino Unido hace 5 años atrás. 

Tenía 30 años, no me quedaba dinero para seguir viviendo por mi cuenta y no quería estar en casa de mis padres. Y acepté una propuesta de trabajo en Inglaterra, que desde el principio, me olía bastante mal. ¿Qué tipo de empresa ofrece un contrato internacional a una persona que no conoce y la amarra por 9 meses? ¿Qué clase de empleo tendré que hacer si están dispuestos a hacer semejante inversión (que, por cierto, tengo que devolver)? 

Durante la primera semana de entrenamiento te das cuenta que no es un centro especial para personas con autismo, sino que es un manicomio y que los pacientes, en su mayoría, tienen antecedentes criminales(violación, asesinatos, homicidios, pedofilia... vamos! lo mejor de cada casa). Lo del autismo es la única verdad, aunque se ahorraron muchos detalles macabros. Te entrenan cuatro días para saltar sobre los pacientes (técnicas "maybo") y se piensan que tengo capacidad para reducir a un demente de dos metros y de ponerlo en el suelo sin resultar lastimada. Pura fantasía. No te preparan para los insultos, para las amenazas de muerte, ni para los intentos de violación. Al final, saltar sobre la "gacela" va a ser la parte más fácil de este trabajo. 




Para aquellos que no tengan experiencia en este hermoso mundo de los hospitales psiquiátricos conviene aclarar que los pacientes no están con camisas de fuerza o vestidos con sábanas rotas entre murallas blancas acolchonadas. Esto es como un pueblo en miniatura, en donde cada casa es una unidad. El criterio de clasificación es por sexo, grado de discapacidad, grado de agresividad y otros juicios de los que todavía no me entero. También se da el caso, de pacientes que están aislados del resto, pero eso ya es otra historia. 

A lo largo de tus doce horas y media de turno desempeñas diversos roles, como estar junto a un paciente determinado por algunas horas dentro de la unidad, ayudarles con su higiene personal, salir con ellos de paseo y responder en otras unidades en caso de emergencia. Normalmente, me dedico a esta última función. Sientes la alarma y corres hacia el lugar de la desgracia. Si el paciente está agrediendo a tus compañeros, te toca saltar encima e intentar ponerlo en el suelo. Parece fácil, pero no lo es. 

Tengo que recordarles que mido un metro y medio, y que, me sobran treinta kilos. No soy precisamente una modelo atlética, ni el ideal de gorila-guardia de discoteca. Sin embargo, tengo fuerza y soy rápida. Creo que podré dar utilidad a mis dos años de entrenamiento en artes marciales, aunque no pueda golpear a los pacientes. 

Era parte del equipo de respuesta cuando sonó la alarma en la unidad de la "gacela". Me dirijo con la incertidumbre de novata, entro en la unidad como si nada y lo conocí. Vi a un muchacho alto con ojos desorbitados que corría sin parar entre las escaleras y el pasillo. Con sólo tres saltos bajaba todos los escalones y arrasaba con todo lo que encontraba a su paso. Esto es literal. Es sus momentos de crisis lo mejor es dejarle espacio. Intervienes cuando se avalanza contra ti o sobre alguno de tus compañeros. Me puse en la última puerta que da acceso al patio, mientras que otras cuatro personas se distribuyeron a lo largo del pasillo para ir saltando a medida que él corría. Como fui la última en unirme a la fiesta me tocó agarrarle la cabeza. La "gacela" se da de cabezazos y puede hacerse daño contra el suelo, también hay que evitar que active el modo "Resident Evil" y empiece a morder a la gente. Al principio me costó sujetar su cabeza porque el paciente sudaba a mares, era como intentar atrapar a un tiburón sin ningún equipo de seguridad. Una vez que logré mi objetivo, la "gacela" puso su ojos en blanco por un par de segundos, luego fijó su mirada poseída y empezó a gritar agudamente. Recordé a María Callas, la famosa soprano que rompía cristales con su canto. No obstante, los gritos de la "gacela" eran terror en estado puro. Miré alrededor, buscando una explicación a lo que estaba viviendo, en plan "¿en dónde está la cámara?". En los entrenamientos nadie te advierte de esos gritos, ni de la fuerza de sus patadas, ni que muerde a la gente, ni que ha mandado a algunos cuidadores al hospital. Estás allí-sola-en-el-mundo-totalmente-indefensa. 

Los incidentes con la "gacela" suelen ser largos. Estuvimos entretenidos un par de horas, adoptándo diversas posiciones hasta que se calmó. Hizo su habitual show de llantos "poor gacela", "gacela is crying", "gacela is sad"... todo forma parte del ritual y de la rutina de un paciente con autismo profundo y brotes psicóticos de ese tipo. Hubiera sido un lindo detalle que en algunas de las entrevistas de trabajo que hice para esta empresa me hubiesen descrito este tipo de situaciones, o que fuesen más honestos y haberme dicho: "te pagamos para que seas un saco de boxeo vivo en el que los pacientes puedan descargar sus frustraciones". Y por sobretodo, no tienes derecho a defenderte ni a quejarte, ya que eso es ABUSO. 



Quzá lo único bueno que quedó de aquella experiencia en el manicomio fue mi título de Health Care Assistant, o su equivalente en español "Auxiliar de enfemería", un grado medio de Formación Profesional en donde te enseñan unas nociones básicas de primeros auxilios, curar heridas, colocar a una persona con ataque de epilepsia, algo de medicación, higiene personal... fue poca teoría en mis primeros días en el hospital y algunos cursos online que te mandaban en tu día libre para profundizar sobre el autismo, la epilepsia, el trastorno límite de la personalidad, entre otros. Lo que sí había era mucha práctica con los peores casos que te podías enfrentar de cada una de estas dolencias. Por este motivo, creo que todos deberíamos tener Formación Profesional obligatoria antes de acceder a la universidad. Debemos ser capaces de desempeñarnos en un oficio con 18 años y que se nos prepare para el mundo real. 

Hay que dejar atrás esos prejuicios que existen sobre los conocimientos prácticos o hablar de trabajos "no cualificados" para personas sin estudios como puede ser la hostelería, la limpieza o el cuidado, sectores en los que he trabajado unos diez años de mi vida en los que debes tener una gran cantidad de destrezas que no te enseñan en la escuela, como poner en el suelo a la gente para que no te maten. 




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