¿Cómo tener un culo sexy? Crítica sobre la educación rumana




Tener un culo sexy no es tarea fácil. Sobretodo, si tienes 14 ó 15 años y estudias en una escuela pública de una ciudad del sur de Rumanía, como Craiova, por ejemplo. Dentro de los hábitos saludables que toda adolescente rumana debe aprender nos podemos encontrar con una infografía bastante explícita en donde se nos exponen una serie de pasos y ejercicios para tonificar nuestras nalgas. Si no estás conforme con sólo tener el culo en su sitio, puedes agrandarlo y convertir cada glúteo en una bola perfecta al estilo Kim Kardashian, cuya anatomía ha sido obra de la naturaleza (según su visión quirúrgica de la vida). 

A través de esta serie de imágenes no sólo se ve un hermoso y redondo trasero, sino que también una ropa interior mucho más diminuta, es decir, si quieres tener un culo sexy: debe ser grande (aunque no guarde simetría con el resto de tu cuerpo) y utilizar un tanga para exhibir tus atributos. 

Debemos recordar que está guía la encontramos al interior de un aula de clases para adolescentes de 15 años, no dentro de una tienda de ropa o de un gimnasio. Debemos considerar que estas jóvenes criaturas están en proceso de autoconstrucción de su identidad, de aceptación de sus cuerpos, del proceso de convertirse en adultos y de la madurez. La sociedad les invade de forma constante sobre cuerpos idealizados y de un concepto de “belleza” alejado de la realidad. 

¿Y si no tienes un culo sexy, dejas de ser sexy? ¿No puedes gustar a nadie simplemente siendo tal cuál como tú eres? ¿No debería promover la escuela otro tipo de conductas? Algo así como ¡Ámate al natural, sin maquillaje! ¡Ama tu cuerpo! ¡Ama tu mente! ¡Cultiva tu espíritu! Como docentes, ¿no deberíamos promover la autonomía de nuestras alumnas? ¿Fomentar la libertad, el trabajo, el esfuerzo intelectual? ¿El desarrollo de habilidades sociales? ¿Creer en ti mismo y en tus capacidades? 

Quizá no sea muy objetivo hablar desde mi perspectiva (ya que tengo un culo sexy! ), soy sudamericana de caderas anchas y bastantes curvas, soy un elemento exótico en tierras rumanas… pero soy mujer, filósofa, profesora y anarquista, entre otras cosas. Por ello, no puedo quedarme callada ante semejante cartel, como si fuese algo de buen gusto o parte de los “good manner” que tratamos de explicar desde nuestra asociación de voluntarios. 

Esta experiencia me ocurrió durante mi EVS o voluntariado europeo desarrollado en Rumanía entre el 2017 y 2018. Fue una de mis primeras experiencias en el zoológico escolar con adolescentes de 15 a 18 años, con clases de más de treinta alumnos. Durante uno de mis primeros días vi ese anecdótico cartel sobre "¿Cómo tener un culo sexy?" pegado fuera del aula del equivalente a un 1º de bachillerato. 

Mis alumnas, en su mayoría, iban estupendamente bien arregladas a clase, incluso con pestañas postizas para oxigenarse el cerebro de vez en cuando. Muchas sabían que con 18 años estarían casándose y teniendo hijos, independientemente de su pertenencia a una etnia gitana o no. Así que la escuela no solía destinar recursos o tiempo en inculcar la importancia de tener un oficio o una carrera profesional. El EVS estaba destinado en enseñarles inglés para que pudieran convertirse en mano de obra barata para el resto de países del Primer Mundo que conforman la vieja Europa. 

Mi principal motivación para irme a Rumanía de voluntaria no fue viajar ni conocer a nuevas personas, tal como ocurre en la mayoría de estos casos. Mi objetivo fue poner en práctica todos aquellos conocimientos que adquirí en 6 años de estudios universitarios en Salamanca. No es fácil para una filósofa y máster en literatura española desarrollarse laboralmente. Sólo he podido dar clases particulares y complementar este escaso salario con otro tipo de trabajos. He tenido la suerte de tener un padre que me ha enseñado con su ejemplo a trabajar desde los 16 años y ser independiente económicamente desde muy joven. 

En cierto sentido, he podido cumplir este objetivo a lo largo de varios meses dando clases en dos escuelas públicas rumanas y organizando los clubes de lectura en una biblioteca de la ciudad. En general, he tenido muy buenos estudiantes, pese a que son adolescentes y están en plena revolución hormonal. Algunos de ellos han tenido mucho interés en aprender español y en mis tiempos libres he podido darles clases gratuitamente. Sin embargo, esta faceta no forma parte del proyecto de esta asociación, sino que ha sido gracias a los estudiantes. En donde existan personas con voluntad de aprender, sentiré la llamada de mi vocación como profesora. 

Antes de llegar a Craiova, tenía una imagen errónea sobre Rumanía. Pensaba que encontraría mucha pobreza, gitanos por todas partes, delincuencia, gente viviendo en la calle… pero no es así. Es verdad, este país lleva muy poco tiempo dentro de la Unión Europea y los salarios son bastante miserables para el costo de la vida. Todavía hay mucho que hacer en ese lugar, como modernizar las calles, los servicios de recogida de basura, proyectos de protección animal, construir autopistas y una red ferroviaria más eficiente, entre otras cosas. 

He tenido la oportunidad de visitar muchas ciudades rumanas y algunos pueblos más rurales. Las casas suelen ser bastante espaciosas, de buenos materiales y techos bastantes altos para combatir la nieve del invierno. Los centros históricos son bonitos, con edificios interesantes y muchas zonas verdes. Los paisajes son maravillosos, en especial en la zona de Transilvania. Pero lo que más me gusta es la cultura rumana y la hospitalidad de la gente. La gran mayoría no sabe hablar inglés (yo tampoco tengo un nivel impresionante), pero de alguna manera intentan expresarse a través de gestos, y cuando descubren que uno habla español te dicen algunas frases que han oído en alguna telenovela. Recuerdo cuando uno de mis estudiantes me dijo: “Hola, ¿cómo estás? Estoy embarazada”. Fue gracioso porque él es un chico adolescente. Varios compañeros entendieron su broma y comenzaron a reír. 

Otra experiencia inolvidable ha sido ser el elemento exótico. Sólo tuve esa sensación hace algunos años en Estambul al interior de la Blue Mosque cuando un grupo de adolescentes turcas se hicieron una serie de selfies conmigo porque yo era la primera persona chilena que conocían. Esto se ha repetido en cada uno de los lugares que he ido visitando en Rumanía, ya sea en las caravanas o en las clases. Nunca había visto Chile como un destino exótico, pero al parecer en esta parte del mundo lo es. De alguna manera, esto me ha permitido tener más cercanía con la gente y suscitar mayor interés en mis actividades. 

Tal como lo decía anteriormente, mi experiencia en el aula sólo fue posible en Rumanía, por ello, no tengo la capacidad de criticar otros sistemas educativos, sólo como estudiante en Chile o en España. Quizá pueda aventurarme a generalizar y buscar algunas semejanzas entre estos lugares tan distantes entre sí, como la formación de una masa de obreros que no tenga ni el mínimo nível de planteamientos vitales posibles. Estudia para que trabajes y alimentes al papá Estado. Obedece, cumple sus normas, paga y sé feliz. 

En Rumanía, las niñas tienen que ser guapas para que encuentren un buen marido. Las que no cumplen con el estereotipo de belleza estándar son consideradas como más inteligentes y se les insiste para que aprendan idiomas, por si algún día deben emigrar como sus madres para cuidar ancianos o labrar en el campo. Pude identificarme con ellas, ya que tuve que emigrar de joven y ponerme a trabajar. Aún fantaseo con la posibilidad de conocer a un jeque árabe que me saque de pobre. 


Comentarios

  1. Y a los chicos en Rumanía ¿se les exigía tener un físico determinado como a las mujeres? Del rollo cartelitos como "como conseguir un six pack y una V bien marcada".

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    1. Para nada. Con que el Bogdan o el Cornel o el Dimitri de turno tuviese trabajo y pudiera mantener a su esposa no había exigencias. Las chicas tenían que ser guapas pa encontrar marido a los 18, la edad media de casamiento, y si no a limpiar mierda a Alemania. No hay más opciones para las mujeres rumanas de clase obrera.

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  2. Me parece increíblemente indignante que este cartel estuviese a la puerta de un aula! ¿tuviste ocasión de hablar sobre ese cartel con otros docentes? ¿Qué opinaban de ello? PD: ¿lo arrancaste?

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    1. Habían varios carteles por la escuela. Pude hablarlo con la profe de inglés y no le parecía algo tan malo porque promovía el deporte. La sociedad es aún muy machista. Las familias se esfuerzan para que el niño vaya a la universidad y que las niñas sean monas para casarse pronto. De hecho, ser soltera a los 30 años en Rumanía es algo raro.

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  3. ¡No doy ningún tipo de crédito ante semejante barbaridad! ¿Cómo es posible que en pleno S. XXI se sigan perpetuando este tipo de pensamientos?
    Como educadora me indigna el tipo de educación que se sigue transmitiendo a las nuevas generaciones. Gracias por compartir este tipo de post ya que nos muestran que todavía nos queda mucho trabajo por delante.

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    1. Esto me pasó durante mi voluntariado en Craiova en 2017. Espero que en los últimos 6 años haya mejorado un poco la cosa, pero aún muchos colectivos son discriminados con cárcel si eres homosexual, las protestas en la calle hasta cierto punto y el rol social de la mujer relegado al masculino. Quizá en las ciudades modernas de Rumanía como Cluj Napoca o Bucarest no sea tan así, pero justamente yo fui a una de las regiones más empobrecidas

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